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9/9/13

CRONICA DE LA VIII MOTOABUELADA.

     Un año más me dirijo a todos los lectores de este blog para dar un pequeño repaso a lo que ya es historia, la octava edición de la motoabuelada. Mi intención con esta crónica es por un lado abrir la memoria de los buenos momentos de los que habéis tenido la oportunidad de disfrutarla. Y por otro, para que todos los que por una causa u otra no habéis podido participar os podáis hacer una idea de lo que allí ha pasado.
     La edición de este año ha sido difícil de montar, cada año un poco más, porque los años que llevamos organizándola pesan como una losa. Sí que es verdad que somos muchos y muy participativos. pero el desgaste previo está ahí, y sólo se compensa al finalizar con el reconocimiento y la aprobación de todos los que venís a vernos. Por suerte parece ser que estas dos circunstancias se han dado este año y esto nos permite coger aliento y ya estar pensando en la novena. Pero basta ya de palique y centrémonos en lo que nos ocupa, la octava motoabuelada.

     El sábado amaneció con sol pero corría un airecillo que no nos abandonó en todo el día. Mientras algunos socios remataban los últimos preparativos otros empezábamos a recibir  y atender a los primeros participantes, algunos ya estaban con nosotros desde la tarde del viernes y el resto empezaban a hacer acto de presencia desde muy temprano. Poco a poco la pradera se empezó a poblar de motos hasta completar la cifra de ochenta y seis, alguna menos que el año pasado, dando colorido esperando a la zona de exposición habilitada. Una amplia colección de escuter de las marca Vespa y Lambretta de diferentes años y modelos se codeaba con el resto de marcas nacionales de los años sesenta y setenta como Montesa, Bultaco, Ossa, Derbi, Lube, Mv, Sanglas, Ducati,.... e intentaba tutear a las motos de fabricación internacional , las más antiguas, donde destacaban las alemanas NSU y  BMW, una de ellas de 1928, las rusas Dnepr y las inglesas Ariel, Norton y Royal Enfield. Una Bianchi italiana de 1928, una Harley VLD  de 1941 y una Indian Chief con sidecar de 1948 completaban la imponente exposición. 

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     Con quince minutos de retraso porque algunas motos se empeñaron en no arrancar, iniciamos la primera parte de la ruta programada, noventa kilómetros por carreteras con buen firme, rodeadas de viñedo y rastrojo de cereal que se fueron cubriendo sin incidentes hasta Santo Domingo de Silos, lugar donde estaba prevista una parada de reagrupamiento. Una vez comprobado que estábamos todos iniciamos la ultima parte del recorrido con destino a Quintanilla del Agua con aire de cara que a más de uno le dejó los brazos con piel de gallina. A la llegada nos abrieron las puertas de Territorio Artlanza y dejamos aparcadas las motos al rededor de su plaza.
     Territorio Artlanza es un pequeño pueblo dentro de una finca particular propiedad de Félix Yáñez, un artista ceramista burgalés que desde hace unos años en sus ratos libres se ha ido construyendo un pueblo tradicional castellano con material reciclado de casa viejas de toda la comarca. En este espacio se pueden ver calles con soportales, casas temáticas de oficios, taberna, escuelas, corral de comedia, su plaza mayor y hasta una pequeña ermita. Félix y su mujer Celia nos dieron la bienvenida, nos explicaron brevemente la historia y lo que se podía ver y se dio un tiempo libre para su visita hasta la hora de la comida campestre. Una vez cumplida la visita y acomodados en cualquiera de los rincones que el sitio ofrecía dimos buena cuenta de la tortilla, el chorizo, el torrezno y el lomo, tomamos el cafecito, charlamos un rato, los tardíos remataron la visita y a las cinco  quedamos de nuevo en la plaza para despedir a los anfitriones. después de unas breves palabras de agradecimiento les entregamos una placa recuerdo de nuestra visita y nos preparamos para iniciar la ruta de regreso.
     La segunda parte de la ruta era completamente diferente a la primera, sesenta kilómetros por antiguos caminos asfaltados rodeados de monte bajo y carreteras estrechas con firme irregular que pasan por el medio de los pueblos. Por cierto, en algunos los lugareños nos recibieron como si de la Vuelta Ciclista a España se tratara, y eso gusta. La temperatura seguía siendo fresca y las motos lo agradecían más que nosotros, el ritmo de marcha era bueno y llegamos a Castrillo con puntualidad.

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   Allí ya nos estaban esperando los castrillenses y otras gentes venidas de pueblos de alrededor para disfrutar de la exposición de motos clásicas y a continuación degustar junto con todos los participantes una amplia selección de tortillas caseras y las ya famosas rosquillas de nuestras madres y abuelas, todo ello amenizado con una actuación de nuestra Charanga Turuseco.
     La noche se echó encima, empezamos a guardar las motos y nos preparamos para el otro plato estrella del día, la chuletada. Este espectáculo culinario tuvo la siguiente receta: dos remolques de sarmiento de vid, unas imponentes parrillas, cuarenta y cinco kilos de lechazo churro veinte de morcilla local y muchos, muchos sudores. Y obtuvo el siguiente resultado: unas chuletillas a la brasa en su punto, unas morcillas de las que sólo quedaron las cuerdas, y la aprobación de los comensales a la vista de las nulas sobras recogidas de las mesas. El café, los chupitos y los cubatas dieron paso al guateque, cada año más corto y flojo, parece ser que la edad no perdona.

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     El domingo amaneció más caluroso y con alguna moto menos que el día anterior. En el desayuno se notó el poco trasnoche porque estuvo más animado que nunca, y desde ahí nos preparamos para la salida de la primera parte de la ruta programada, cuarenta kilómetros de carretera con buen firme, escoltada por más viñedos y con punto final en Cabañes. 
     Cabañes de Esgueva es un pueblo típico burgalés muy pequeño, como casi todos los de nuestra zona, pero ávido de actividades. La verdad es que, desde el momento que les ofrecimos la posibilidad de ir todo fueron parabienes y facilidades, y la muestra la pudimos ver todos cuando, nada más llegar, lo primero que vimos en la plaza fue unas mesas corridas con abundante comida y bebida, al mismo tiempo que su alcalde nos ofrecía su pueblo, su iglesia, sus calles y sus monumentos. Y eso hicimos comer, beber y pasear. También gracias a la disposición de un vecino del pueblo vimos una colección privada de tractores antiguos que gustó mucho. Para finalizar la visita entregamos una placa de agradecimiento muy merecido e iniciamos el viaje de regreso.
     La segunda parte de la ruta ya era más corta, treinta kilómetros llanos con buen firme que se hicieron a una buena marcha con destino final en Castrillo, previo tradicional desfile por las calles de Aranda, éste año la policía municipal sí estaba, que hizo las delicias de los arandinos que estaban tomando el aperitivo o que simplemente por allí pasaban.

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     A la llegada a Castrillo lo que procedía era recoger las motos, subirlas a los carros y esperar a que nos avisaran del momento del punto de la paella. Todos los años nos pasa lo mismo, la comida está estupenda pero el cansancio acumulado de los dos días y las ganas de partir cuanto antes hacia nuestros lugares de origen hace que se quede mucha comida en los platos. En la sobremesa se procedió a cumplir con la parte más emotiva de la reunión, el justo agradecimiento a todos los participantes por el esfuerzo que hacen por venir a vernos, la entrega de recuerdos a los colectivos reunidos y la entrega de premios, este año al motero de más edad, a las moteras y a un participante que ha ido a la Isla de Man sobre una Mercurio. En cuanto a las motos, la más antigua a una Bianchi de 1926 y la mejor moto una Indian Chief con sidecar de 1948. El sorteo de premios y las palabras del Alcalde clausuraron el acto.

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     Para finalizar ésta demasiado extensa crónica solo me queda reiterarme en lo que ya dije ese día con mis últimas palabras. Todo lo que allí ha pasado es gracias a todos vosotros, los que venís a vernos. Sí, es verdad, el trabajo lo ponemos nosotros, todos los motoabuelas, pero de nada sirve si luego vosotros no venís, no os encontráis a gusto o no sabéis poner vuestra mejor cara a lo que no sale del todo bien.
     Que no se me olvida, que no, que nos hemos acordado mucho de todos los que no habéis podido venir este año, asiduos de ediciones anteriores, esperemos que sólo haya sido un paréntesis y que el año que viene volvamos a vernos.
   Que tampoco se me olvida, que no, que queremos agradecer a los patrocinadores y colaboradores, empresas, autónomos, particulares su aportación a esta reunión en estos momentos que siguen siendo tan difíciles para sus negocios, pero es que también os necesitamos a vosotros, de verdad......